SALMO 18 (33-46)
La victoria, obra de Dios
18:33 Él es el Dios que me ciñe de valor
y hace intachable mi camino;
18:34 el que me da la rapidez de un ciervo
y me afianza en las alturas;
18:35 el que adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tender el arco de bronce.
18:36 Me entregaste tu escudo victorioso
y tu mano derecha me sostuvo;
me engrandeciste con tu triunfo,
18:37 me hiciste dar largos pasos,
y no se doblaron mis tobillos.
18:38 Perseguí y alcancé a mis enemigos,
no me volví hasta que fueron aniquilados;
18:39 los derroté y no pudieron rehacerse,
quedaron abatidos bajo mis pies.
18:40 Tú me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste ante mí a mis agresores;
18:41 pusiste en fuga a mis enemigos,
y yo exterminé a mis adversarios.
18:42 Imploraron, pero nadie los salvó;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
18:43 Los deshice como polvo barrido por el viento,
los pisé como el barro de las calles.
18:44 Tú me libraste de un ejército incontable
y me pusiste al frente de naciones:
pueblos extraños son mis vasallos.
18:45 Gente extranjera me rinde pleitesía;
apenas me oyen nombrar, me prestan obediencia.
18:46 Los extranjeros palidecen ante mí
y, temblando, abandonan sus refugios.
La victoria, obra de Dios
18:33 Él es el Dios que me ciñe de valor
y hace intachable mi camino;
18:34 el que me da la rapidez de un ciervo
y me afianza en las alturas;
18:35 el que adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tender el arco de bronce.
18:36 Me entregaste tu escudo victorioso
y tu mano derecha me sostuvo;
me engrandeciste con tu triunfo,
18:37 me hiciste dar largos pasos,
y no se doblaron mis tobillos.
18:38 Perseguí y alcancé a mis enemigos,
no me volví hasta que fueron aniquilados;
18:39 los derroté y no pudieron rehacerse,
quedaron abatidos bajo mis pies.
18:40 Tú me ceñiste de valor para la lucha,
doblegaste ante mí a mis agresores;
18:41 pusiste en fuga a mis enemigos,
y yo exterminé a mis adversarios.
18:42 Imploraron, pero nadie los salvó;
gritaban al Señor, pero no les respondía.
18:43 Los deshice como polvo barrido por el viento,
los pisé como el barro de las calles.
18:44 Tú me libraste de un ejército incontable
y me pusiste al frente de naciones:
pueblos extraños son mis vasallos.
18:45 Gente extranjera me rinde pleitesía;
apenas me oyen nombrar, me prestan obediencia.
18:46 Los extranjeros palidecen ante mí
y, temblando, abandonan sus refugios.
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